Nada más bonito que ver a los abuelos acompañados de sus nietos, a familias en las que las generaciones siguen comprando en los mismos puestos, así como también a los jóvenes curiosos de conocer aquellos productos que nos proporciona el mar y la tierra. El Mercat de l’Olivar es una fuente de vida transmisora de exquisitas experiencias que perviven a lo largo del tiempo.
Este nuevo artículo publicado en La Razón escrito por Maica Rivera es una muestra de cómo se vive la transición generacional de padres a hijos tanto en cuanto al consumo de productos típicos como en la continuidad del contacto con los puestos de confianza de la familia.
La tradición es algo inherente a los mercados, por lo que la pervivencia de las costumbres del pasado se «siente» en cada uno de sus rincones, pero también en las habituales conversaciones que demuestran el vínculo de confianza que ha forjado el tendero de estos espacios con su cliente y, especialmente, en la ilusión de los nuevos comerciantes que toman el relevo a sus progenitores.