¡Seguro que conocéis a los encantadores Mari y a Bernat! Su especialidad son los boquerones.
Es una parada con gran historia, Bernat nos cuenta que su abuela, Antonia Melis, ya vendía pescado junto a su hermana, María Melis, en la Plaza Mayor. Después, al abrirse el Mercat de l’Olivar en 1951, cada una compró un puesto que siguieron regentando hasta que se encargó de uno de ellos la madre de Bernat, Antonia Carrera. Y hace 23 años Mari y Bernat se encargan de ella siguiendo los pasos de sus antecesoras.
El primer nombre que tuvo la parada fue: Pescados Carrera y a día de hoy Mari le da nombre, «Peixos Mari«. “Hasta hace muy poco seguíamos teniendo clientes de mi suegra, siempre fieles”, nos cuenta Mari. “Mi marido desde bien pequeño, desde prácticamente toda su vida lleva pisando el Mercat de l’Olivar”. A mí me encanta este ambiente y cogí el relevo de mi suegra aprendiendo de ella y aquí seguimos.
Mari: Mi suegra siempre nos cuenta que a su madre le conocían por “sa musclera” porque fue la pionera en traer mejillones de Barcelona al Mercat de l’Olivar. Según nos cuenta, enviaba sacos de patatas de 30 y 50 kgs, de tela de saco, previamente lavados hacia Galicia para que allí los llenaran de mejillones y los devolvieran a Mallorca llenos. Desde Galicia hasta Barcelona y directos al puerto de Palma. Al llegar los sacos llenos, era el marido de Antonia el encargado de recogerlos en el puerto y llevarlos con su bicicleta hasta el mercado. Al llegar, Antonia los volcaba sobre la piedra de su parada y hasta que se acababan. Únicamente vendía mejillones.
¿Sabíais que es una parada especializada en pescado azul?
Mari nos cuenta que su suegra inicialmente vendía gamba, producto congelado así como también pescado para hacer caldo, sardinita y boquerón mallorquín. Tenía mucha paciencia y su especialidad era limpiar a la perfección el boquerón, que tenía siempre listo para servir a restaurantes y bares que acudían a comprarlo de buena mañana, al igual que sardina pequeña y grande.
Para seguir con su legado, Mari es especialista en boquerón, limpiándolo y desespinándolo a la perfección. “Antes cada parada se especializaba en un tipo de pescado y marisco. Unos vendían de corte grande, otros solo pescado de descorche, otros únicamente pescado vivo… la gente acudía a varias paradas a comprar en cada una lo que necesitaba. Hoy ha cambiado mucho”. “El trabajo de pescadero sigue siendo artesanal y son oficios que hay que valorar porque tras cada parada hay una gran labor a reconocer”. “Hoy día hay mucha preocupación por el comer sano, el producto ecológico… y el pescado lo es pero la gente todavía desconoce lo bueno que es y el valor que tiene que sea fresco y esté bien preparado”. “Si hay ganas, hay tiempo de acudir a comprarlo porque al final está en la salud de cada uno, nosotros somos los primeros que ponemos todas las facilidades y hemos estado en los momentos más duros para atender y seguir sirviendo”.
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